La Granja se entrega al Raphael más puro

El espectáculo  ‘Sinphónico’ del artista jienense abarrota el aforo de la Real Fábrica de Cristales con un público rendido desde el primer segundo

Raphael sigue siendo aquel; el que levanta al público con solo pisar el escenario; el que ‘digan lo que digan’, se debe con lealtad al espectador que paga una entrada o que adquiere un disco; sigue siendo aquel que comparte sus grandes noches con los aforos que llena. Disfruta con su trabajo y por eso sigue siendo él, único y hasta competitivo con las jóvenes hornadas de artistas. Profesional que sube cada vez un poquito el listón.

Todo estaba previsto en la Real Fábrica de Cristales de La Granja para deleitarse en otra velada más con uno de los nombres que más ilusión genera y expectativas crea en las Noches Mágicas de La Granja. No era su primera gran luna en el escenario regio, pero sí la vez en la que quizás, con más responsabilidad acudía. ‘Sinphónico’ es, probablemente, su espectáculo más exigente. Anoche, la voz del artista de Linares sonó más a flor de piel y más en carne viva, se desnudó más que en ningún otro recital anterior.

Tras él y con él, la Orquesta Sinfónica de Málaga, cuya instrumentación deja bajo los focos a un Raphael sin trampa ni cartón, solo con sus cuerdas vocales, sus gestos y poses y sus guiños al entregado respetable que, una edición más, hizo que se colgara el cartel de no hay billetes.

Dice el artista que con este formato sus canciones adquieren una grandeza que estaba escondida, además de cumplir un sueño tras más de medio siglo subido a las tablas. Raphael desplegó un recital intenso y extenso, inmenso y plagado de sus éxitos e himnos que el respetable tararea de memoria, incluso casi por inercia sino fuera por el plus de pasión que le pone el cantante jienense en su ‘Sinphónico’ aporte a un repertorio clásico ante el que el público toma asiento ya rendido.

El Norte de Castilla