Oviedo: De escándalo en su gran noche

El de Linares arrasó con sus grandes éxitos en versión sinfónica acompañado por Oviedo Filarmonía

Cerca de 4.000 personas corearon las canciones del rey de la balada romántica, en plena forma durante las tres horas de concierto

Oviedo, que tanto y tan bien quiere a Raphael, presentía que iba a ser una gran noche y el de Linares volvió a demostrar ayer, sobre un escenario de La Ería cubierto de moqueta para la ocasión, que, con 55 sobre las tablas, sigue siendo aquel capaz de ofrecer conciertos apoteósicos durante tres horas con un chorro de voz y un dominio del melodrama de los que ya no quedan porque las grandes estrellas del firmamento musical están en extinción.

Salió el ‘crooner’ español por excelencia a las nueve y media en punto de negro riguroso, como suele, siempre elegante y siempre estilizado, siempre apostando sobre seguro, y las cerca de 4.000 personas -de varias generaciones- que abarrotaron el recinto lo recibieron con una ovación cerrada, ansiosas por disfrutar de todas las joyas de un repertorio que, a estas alturas de carrera, se ha convertido en clásico y que, pasadas por el tamiz de los arreglos de Fernando Velázquez (que firma las bandas sonoras de películas como ‘Lo imposible’ o ‘El orfanato’) reviven.

Porque el Raphael que ayer se presentó ante su público «con una felicidad muy grande de estar en Oviedo» era el Raphael Sinphónico, el Raphael elevado a su máxima potencia gracias al perfecto ensamblaje orquestal de los temas firmados por José Luis Perales o Manuel Alejandro -su compositor fetiche- con una compacta Oviedo Filarmonía, dirigida también con maestría por el avilesino Rubén Díez, al frente de toda esta gira que arrancó con furia en el madrileño Teatro Real el pasado 22 de julio.

Una combinación vertiginosa de violines y juegos de luces dio paso a ‘Enamorado de la vida’ para impactar luego el arpa y el xilófono de ‘Provocación’ y, por fin, con la aclamada ‘Mi gran noche’, la frágil ‘Se me va’, ‘Despertar al amor’ y un coro gigantesco en ‘Digan lo que digan’ y ‘Yo sigo siendo aquel’. Aplausos hasta decir basta.

Y, así, haciendo alarde de teatralidad y de técnica vocal, volvieron el piano y la guitarra y se desencadenó la locura colectiva en unos bises que arrancaron con una colosal ‘En carne viva’ y con la ya imprescindible ‘Escándalo’, donde -como había predicho Rubén Díez- sus devotos alcanzaron el paroxismo.

El Comercio (Azahara Villacorta / Foto: Álex Piña)