El mejor de todos los tiempos
Raphael fascina al público con ‘Raphael Sinphonico’
Una trayectoria dividida en décadas. Una gira anual. Dos días en el Auditorio Fibes agotando sus 3.200 localidades por cuarto año consecutivo. Tres horas de concierto sin parón ninguno. Puede que más de 30 canciones sin cambiar una coma… Esto, por tratar de reflejar en cifras lo que cuesta resumir en palabras porque ciertamente lo de Raphael es sobrehumano. No ya porque, como gritó un fan, «cada año estás más joven», sino porque, como ha vuelto a demostrar en Raphael Sinphónico, cada vez canta más y mejor.
El cantante, pletórico, se superó imprimiendo su ph a la Orquesta Sinfónica de Málaga en una espectacular propuesta donde, en los pocos metros que quedaban libres de escenario, desplegó su enorme fuerza interpretativa y sus prodigiosas facultades vocales en versiones renovadas de sus éxitos que, sin embargo, recordaron al Raphael de las primeras grabaciones. Sobre todo en sus melodiosos bajos.
Para quien no lo haya visto nunca, Raphael no es ni de lejos la caricatura en la que muchos se quedan. Tampoco la voz de la Navidad española ni el de Mi gran noche. Por encima de esto, el directo del de Linares fue de los mejores de todos los géneros y de todos los tiempos, porque fue rompedor cuando empezó y lo sigue siendo cinco décadas después. «Grande», «único», «fenómeno», le exclamaban.
Se sabe artista y cuando canta deja de ser él mismo para interpretar al de Yo soy aquel, Digan lo que digan, Enamorado de la vida, Frente al espejo, Escándalo o Provocación, masticando las historias con las mismas ganas y facilidad que en sus inicios. Además, controló el ritmo, ofreció espectáculo, sorprendió y emocionó sin acudir a la nostalgia o reclamar benevolencia. «Cómo se entrega…», refería alguien al final.
El sueño cumplido de Raphael
Raphael demostró en cada canción cómo las vive, se vuelca en ellas, cómo interpreta todo lo que canta y cómo quiere abrazar a cada uno de quienes quisieron acompañarle en su primer concierto de este año en Sevilla, su Sevilla, como él mismo afirmaba al comienzo de su actuación.
En todo esto, con una voz que parece estar cada vez mejor y por la que no pasan los años, no podían faltar los grandes títulos, los que hacían saltar de sus asientos a todos y que seguro que ya circulan por las redes sociales, a la vista de la frenética actividad que anoche tuvieron los teléfonos móviles.
De nuevo fue una clara y gran demostración de un Raphael con mayúsculas, con la que se volvió a comprobar por qué los grandes artistas, como él, son grandes. Que otros tomen nota.
–El Mundo / Ana García Romero / Foto: Conchitina