
En un Teatro Gran Rex desbordado, Raphael tuvo su gran noche en un concierto inolvidable
El hombre amable y llamativamente sereno que está frente a nosotros parece completamente ajeno a la efervescencia que se vive a unos metros, en las colmadas gradas del teatro Gran Rex.Raphael, el ícono, el “niño”, el gran artista está a punto de retomar su romance con la audiencia argentina. Él dice que ama este público, que es consciente que debía esta visita y que tiene –y quiere, acentúa- que venir más seguido. Se entusiasma cuando habla de su nuevo álbum“Infinitos bailes”, que grabó con varios de los mejores cantautores españoles de la nueva generación y que espera venir a presentar aquí en su próxima gira que ya tiene nombre: “Loco por cantar».
Minutos más tarde, aparece al frente de una orquesta sinfónica vestido completamente de negro y con esa increíble voz que no sabe del paso del tiempo. Así comienza “Sinphonico”, el último show de un exitoso espectáculo que estuvo presentando desde 2015, cantando sus clásicos en formato orquestal con rotundo suceso.
Termina la primera canción y el Gran Rex literalmente explota, se encienden las luces de la sala y el público, unánimemente de pie, lo ovaciona. Pocos artistas pueden conseguir semejante adhesión con apenas unos minutos sobre el escenario, pero está claro que este hombre es el indicado. Arropado por una orquesta sinfónica que cubre totalmente el escenario del Gran Rex, Raphael despliega todo su arte, y como un maestro taurino domina a la bestia y la somete con cada movimiento. El público canta, salta, se emociona y disfruta cada momento de una noche que será interminable. Son casi tres horas de concierto que resumen más de 50 años de carrera y una catarata inagotable de éxitos como “Enamorado de la vida”, “Escándalo”, “Yo sigo siendo aquél” y “Mi gran noche”, por nombrar unos pocos.
Raphael también disfruta de la energía de la platea y saca a relucir todo su histrionismo y dominio total del escenario. Y termina el show con la misma energía y entrega con que empezó, feliz de este reencuentro con un público, su público, que esperó durante décadas este momento.