Raphael en Argentina, eso que llaman “pasión”
La primera vez que Raphael cantó en la Argentina tenía 22 años. Fue en el Ópera y, por la cantidad de gente que había, tuvieron que cortar Corrientes. Eso le comenta Nélida a su nieta mientras hacen cola para entrar al baño antes del show. Frente al espejo, una señora de 72 se arregla la remera del club de fans y le explica a su hija: “A esta edad, una ya no es linda”. Su hija se retoca el maquillaje y hace que no la escucha: para ella, el tiempo no pasó.
Esta vez no hizo falta cortar la calle, pero el Gran Rex se llenó igual. Raphael tocó 41 temas en poco más de dos horas. El público estaba en llamas. Le gritaban “Te amo”, “Estás más lindo que nunca”, “Sos Dios”. Definitivamente, la intensidad y la pasión con la que Raphael interpreta las canciones de Manuel Alejandro, su “autor fetiche”, y la devolución del público son de otra generación. En la mitad del concierto, dos “señoras decentes” casi se agarraron de los pelos tras los “Sentate”, “Callate”, “¿Cómo te atrevés a levantarme la mano así?” Una pasión ciega que desperdicia energía productiva.
Raphael, “el niño de Linares”, tiene cincuenta años de carrera y hoy es una de las voces populares más conocidas de España. Construyó su perfil a base de una interpretación que ejecuta con todos los músculos de la cara y versos que dicen cosas como: “Yo te amo con la fuerza de los mares/ yo te amo con el ímpetu del viento”.
Salió al escenario caminando despacio, con un traje negro fulgoroso y en silencio, como si no hubiera nada que decir. Miró el mar de gente, abrió los brazos y se dejó aplaudir. Llevantó los hombros como diciendo “Y bueh, me tocó a mí; soy así” y aplaudió él también. Largó la maratón con A veces me pregunto . El único músico que lo acompañaba era un pianista, el argentino Juan Pietranera, pero todos los aplausos fueron para el ídolo, ya que a Pietranera lo mantenía escondido en la profundidad del escenario y, pese a su acompañamiento impecable, ni siquiera lo presentó. A Raphael no le quedó otra estrategia que reforzar aún más su histrionismo para ocupar el lugar de la banda que le faltaba.
Después de las palabras de agradecimiento, hizo un recorrido sobre su carrera y cantó Tu cupido, “el primer tema” que compuso Manuel Alejandro, “una canción sin malicia”. En la pantalla aparecieron cupidos con flechas en fondo de distintos colores. Hizo una parte de Ella a capella y su voz llenó todo el aire del teatro; la ovación fue infernal. Las mujeres cantaban paradas con los brazos en alto, le tiraban besos con las manos y los esposos se secaban las lágrimas sentados en la butaca. “Canta mejor que nunca”, se oyó. A los 69 años se lo sigue viendo amenazante y vanidoso, no tiene nada de la ternura de la vejez.
Bromeó con el público porque dijo que lo quiere mucho, pero que no sabe todas las canciones, sino “unos trocitos”. Con Estar enamorado comprobó su hipótesis… Además de los clásicos cantó temas de su último disco El reencuentro, comoEnfadados , Eso que llaman amor y Cuatro estrellas.
La mejor parte del show fue cuando cantó los tangos Nostalgias , Cuesta abajo,Balada para un loco y Volver , que hizo a dúo con la voz de Gardel que salía de “una radio de los ‘30”. Al final, hizo tres amagues y cerró con Como yo te amo . Esa noche, más de una se fue sin voz y se acostó pensando en él.