Loco por cantar arrasa en A Coruña

Más de tres horas con el artista total

Raphael interpretó la friolera de 41 canciones ante un palacio de la Ópera completamente lleno

Para escribir de Raphael hay que limpiarse los dedos y ponerse en pie. Dicho y hecho, el artista más grande de todos los tiempos estuvo el sábado en A Coruña y el día no se hizo festivo. Durante casi tres horas y media de concierto, cantó 41 canciones moviéndose, bailando y gesticulando exactamente igual en la primera que en la última. ¿Qué comerá este hombre? ¿Cuál es su convenio colectivo? ¿Quién le habrá metido en un pecho tan chiquitito semejantes cuerdas vocales? ¿Un japonés?

Raphael arrancó ayer su concierto en el Palacio de la Ópera con el tema Infinitos bailes, que da nombre a su nuevo disco. Lo hizo ante un público tan entregado que se hubiese conformado con verlo dormir, pero artistas como este se cuentan con los dedos de una mano y cuando salen al escenario lo hacen como si estuvieran empezando o labrándose un porvenir. Le quedan 4 días para cumplir 74 años y está y se comporta como si tuviera 16.

Anda ahora de gira presentando un disco que le han compuesto destacados artistas de una generación que no es la suya pero que se la mete en el bolsillo. En un vistazo a la platea se comprueba que tiene fans de 18, de 34, de 50 y de 80 años. Es capaz de poner cachondo a chavales con aquello de Ansiedad de tenerte en mis brazos. Quien dice ansiedad, dice «yo soy aquel que cada noche te persigue. Yo soy aquel que por quererte ya no vive. El que te espera, el que te sueña». Raphael es único y su público es el mundo. A este gigante de la música que un día se cruzó con Manuel Alejandro e hicieron entre los dos algunas de las mejores canciones de la historia, no hay artista que se le compare. Verlo y escucharlo es un placer.

La Voz de Galicia / Foto: Eduardo Pérez


Raphael: El eterno provocador

El concierto de A Coruña –igual que el del viernes en Vigo, con llenos en ambas citas-, englobado en su gira “Loco por cantar”, no se salió de ese patrón de larga duración y gravitación en torno a su figura, al margen de que siete músicos muy solventes le respalden sobre el escenario. Tres horas cinceladas con intensidad, con un repertorio de clásicos que mantiene en sus giras, y con la incorporación de parte de las canciones que forman su último disco, “Infinitos bailes” (2016), en el que músicos actuales, admiradores de Raphael, han escrito piezas que se ensamblan a la perfección en su repertorio. Desde el tema que da título al álbum, y con el que dio el pistoletazo de salida a su actuación del sábado, hasta “Aunque a veces duela”, pasando por ese estupendo “Carrusel” que Iván Ferreiro montó para él y con el que Raphael, en la parte central de su espectáculo, traslada a su público por todo el planeta con un interesante recorrido en imágenes.

Raphael volvió a ser ese “crooner” de postín, ese bolerista camelador. También el canalla porteño, el angelical ídolo juvenil y el baladista del desamor. Es uno en muchos. Todos en uno. Una figura musical poliédrica capaz de aventurarse en casi todos los estilos y salir bien parado de esas incursiones.

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Infatigable y eterno provocador. Con sus gestos, con su expresividad. Con las emociones de sus seguidores, esos a los que traslada sus historias, casi siempre con el amor como telón de fondo, y a los que permite asomarse a esos eternos conflictos de pareja que dan vida a canciones imperecederas como “Provocación”, “Detenedla ya”, “No puedo arrancarte de mi” o “La quiero a morir”, aquel éxito del francés Francis Cabrel mediados los años 70 y que Raphael interpreta en su actual gira.

Sigue siendo ese espíritu eternamente joven que se mueve con soltura incluso en los limbos del rock duro cuando la magistral “Por una tontería” acaba en un apocalipsis atronador junto a su banda o, cuando previamente, un riff de guitarra convierte la recuperada “Vive tu vida” en una canción nueva sobre la que se proyecta un montaje audiovisual que recuperara al Raphael de antaño. Fue la antesala del apoteosis final, ése en el que se encadenan algunos de los temas más esperados, como “Estar enamorado”, “En carne viva”, “Escándalo”, “Qué sabe nadie” o “Como yo te amo”, impresionante epílogo a tres horas que a muy pocos se les hicieron largas y que a la mayoría se le pasaron en un suspiro.

El Correo Gallego / Foto: Manuel García Solano