Concierto histórico de Raphael en la Plaza de Toros La Maestranza de Sevilla
La gira “sinphónica” de Raphael llegó el pasado sábado 8 de octubre a La Maestranza de Sevilla con el todas las entradas agotadas. Una noche muy especial y esperada tanto por el artista como el público andaluz. Más de 8.000 personas abarrotaron la Plaza de Toros de la Maestranza y se entregaron al artista en todo momento.
A dos conciertos de dar por finalizada la gira “Sinphónico”, la crítica sigue respaldando cada concierto, esta vez junto a la Orquesta Sinfónica de Málaga, con titulares como estos:
Raphael abre la puerta grande de la Maestranza
El coso del Arenal se rindió ante el artista de Linares, con un repertorio formado por un sinfín de grandes éxitos
El concierto fue a más provocando el delirio en innumerables ocasiones
Nueve de la noche. Ésa era la hora prevista para el comienzo del concierto ‘Sinphónico’, que tuvo que retrasarse unos veinte minutos para que todo el público estuviera en dentro de la plaza. Unas 7.500 personas que abarrotaron gradas, tendidos, barrera y arena -aforo completo- y que con bastante antelación animaban el Paseo de Colón con los nervios previos a ver a su artista preferido en un recinto que el propio Raphael buscaba desde hacía tiempo.
Quería cantar en la Maestranza, y se le vio feliz por haber logrado su sueño, en un concierto que fue a más al ir pasando los minutos. Sin olvidarse de saludar a sus incondicionales y a una ciudad a la que lleva acudiendo seis años consecutivos cosechando un éxito tras otro. «Señoras y señores, siento una inmensa alegría de encontrarme en Sevilla, en mi Sevilla. Siempre que vengo trato de que todo sea bueno y de que ustedes lo pasen bien», decía.
Empezó suave, tras aparecer sobre el gran escenario instalado sobre la arena de la Maestranza y recibir la ovación del público. Como siempre, de negro, pero esta vez con una chaqueta bordada con aires muy toreros. ‘Ahora’, ‘Enamorado de la vida’ y enseguida todos en pie. Con ‘Provocación’ el concierto comenzaba a ir a más, hasta casi tres horas de espectáculo en las que los grandes éxitos se iban sucediendo uno tras otro; no había tiempo para distracciones.
Ovaciones, palmas, suspiros, bailes -incluso en pareja-, voces de «qué grande eres», o «torero, torero»; pero cambiaban los sones interpretados magistralmente -y con un perfecto sonido- por la Orquesta Sinfónica de Málaga, formada por sesenta músicos y dirigida por Rubén Díez.
‘Digan lo que digan’ mereció ovación, y ‘Mi gran noche’ -como si de una premonición se tratara- hacía saltar a todos de sus asientos para cantar, bailar y vitorear al artista. Alternaba ritmos, y no importaba que las versiones fueran ‘sinfónicas’.
Raphael merecía que los suyos cantaran y bailaran con él, con «aquél que les canta desde hace 55 años», como él mismo recordó, porque sigue siendo aquél y así lo cantó. Y lo cantó bien, con una voz inigualable.
‘Y fuimos dos’, ‘No puedo arrancarte de mí’ y el ‘Gracias a la vida’ de Violeta Parra dieron paso a una tanda de títulos bien esperados y que provocaron que la mayoría del público no pudiera resistirse a cantar y bailar con este artista que se hace aún más grande cuando se sube a un escenario.
‘Qué tal te va sin mí’ dio paso a uno de los momentos más destacados de la noche. Raphael casi no necesitaba cantar. ‘Estuve enamorado’ fue interpretado por la Maestranza al completo, y provocó que parte del público situado en la arena saltara de sus asientos para acercarse al escenario. Los teléfonos móviles echaban humo. Y lo que les quedaba aún.
Tanda de sonados éxitos que provocaron el delirio. ‘Cuando tú no estás’ lleva cincuenta años siendo grande, al igual que ‘Desde aquel día’; ‘Detenedla ya’ provocó aplausos, y ‘Estar enamorado’ fue interpretado por un dúo: el artista y su público. Baile y piropos, palmas y olés propios de un día grande de toros.
Pero la noche iba a más. ‘Maravilloso corazón’ nunca falta en los conciertos de Raphael, quien se arrancó a bailar y llevó a todos a soltarse el pelo, subiendo grados cuando el propio artista cogió la batuta para dirigir a su orquesta.
El público siempre se sorprende, y el de Linares, que sabía lo que aún quedaba, optó por parar un poco con temas más calmados de aires hispanoamericanos. ‘Amor de mis amores’ y ‘Cuando llora mi guitarra’ dieron paso a la recta final del concierto.
‘En carne viva’ tenían muchos el corazón en esta noche, disfrutando de un artista que volvió locos a jóvenes y mayores -de todo había entre el respetable, incluidas personas que habían viajado a Sevilla expresamente para acudir a esta cita- con un ‘Escándalo’ que no tuvo desperdicio. Obtuvo la mayor ovación de la noche con voces muy del sur, palmas y olés.
Cuando parecía que era el fin, ‘Ámame’ les llevaba al delirio. Raphael estaba pletórico. «Sevilla, les quiero», decía. Y aún les daba más, ‘Qué sabe nadie’, cantaba, y les hablaba, y les reiteraba desde el escenario su felicidad por estar en Sevilla, «y si ustedes quieren voy a venir todos los años, y me voy a comprar una casa aquí, y les voy a querer siempre».
Y prometió volver para decirles -y cantarles- ‘Como yo te amo’`, justo antes de despedirse afirmando que estaba aquí para quererles aún más con uno de sus títulos más grandes, con el que fue a Eurovisión en 1966 y que le otorgó un sexto puesto que para medio mundo mereció el primero. Con ‘Yo soy aquel’, Raphael puso de nuevo un punto y seguido. Casi tres horas repletas de espectáculo de gran calidad y tablas que tan sólo puede dar un grande. Y Raphael lo es. Con mayúsculas.
–El Mundo (Ana García Romero)
El Raphael más sinfónico conquista a «su» Sevilla
La Plaza de la Maestranza se llenó para ver al artista, que interpretó sus grandes éxitos con maestría
El incombustible Raphael llenó este sábado la Plaza de la Maestranza, donde interpretó sus éxitos de siempre y volvió a conquistar a un público que, completamente entregado, le ovacionó en numerosas ocasiones.
Dentro de su gira Sinphónico y acompañado de los más de 60 músicos que componen la Orquesta Sinfónica de Málaga, el ‘Niño de Linares’ cantó temas tan emblemáticos como ‘Provocación’, ‘Enamorado de la vida’, ‘Digan lo que digan’ o ‘Mi gran noche’.
El artista, que brilló como nunca, ejerció de maestro de ceremonias de un espectáculo que duró casi tres horas y demostró el magnífico estado de forma en el que se encuentra después de media vida dedicado a la música. «Qué alegría inmensa reencontrarme con Sevilla, con mi Sevilla», reconocía. «Siempre que vengo trato de que todo sea nuevo y de que se lo pasen bien», confesaba. Y no cabe duda de que lo consiguió, pues los asistentes, entre los que había desde matrimonios de mediana edad hasta familias completas y jóvenes treinteañeros, bailaron, aplaudieron y se emocionaron con clásicos como ‘Sí, pero no’, ‘Se me va’, ‘Despertar al amor’ o el tan esperado ‘Escándalo’.
«Yo soy aquel, el mismo que les canta desde hace 55 años», bromeó el cantante, por el que parece que no pasa el tiempo: conserva un torrente de voz que reverberó por todos los rincones de la plaza sevillana y no paró de seguir el ritmo de las canciones y de hacer gestos de complicidad a sus seguidores. Al ritmo de «olés» y con gritos de «torero, torero», Raphael volvió a meterse a «su» Sevilla en el bolsillo y construyó un espectáculo dinámico y vibrante, donde volvió a demostrar su experiencia en los escenarios y las razones por las que se ha convertido en todo un mito de la música española.
–ABC (N. Ortiz)