Raphael con mayúsculas

El de Linares ofreció un espléndido concierto de tres horas

Lo que ocurrió anoche en Fibes fue algo para recordar. Tres horas exactas decía el reloj que habían pasado desde su aparición en escena cuando Raphael se despidió de un público que se hubiera quedado encantado a pasar la noche en el nuevo auditorio siempre y cuando el de Linares siguiera cantando.

Raphael llegó a Sevilla después de nada menos cinco conciertos consecutivos en Málaga, y ahora, tras el gran espectáculo de ayer, repite cita esta noche y mañana sábado. En el mismo sitio y a la misma hora. Tres años seguidos lleva pasando por la capital hispalense, y se ha superado.

Fue todo un conciertazo de un artista con mayúsculas, de esos en los que deberían fijarse los nuevos nombres de la música y aprender mucho de él. Por ejemplo, en cómo hay que trabajar hasta el último minuto de repertorio. O cómo a estas alturas sigue agradeciendo al público su fervoroso apoyo y le da todo lo que tiene.

O cómo sabe manejarlo, llevarlo hacia arriba, hacer que cante, baile, aplauda o calle cuando él les diga. Pero sin ínfulas, sino como alguien que quiere disfrutar con sus seguidores de ese oficio que le da la vida y el aire para poder respirar. Por algo le siguen adorando en el mundo entero. Es lo que ocurre cuando se es grande. Y por algo también tiene cerrado todo un mes de conciertos en el Teatro Compac Gran Vía de Madrid.

Tan sólo cinco músicos son necesarios para que Raphael ponga en pie su espectáculo; ni pantallas gigantes, ni fuegos artificiales, ni otros rellenos le hacen falta. Es él quien debe brillar. Y lo hace, como cuando se quita la chaqueta y la echa al hombro y camina; o cuando da esos pasos de baile tan característicos suyos que los vuelve locos; o cuando sube por la escalera semicircular resultando una imagen que transporta al espectador a los años 60.

Raphael quiere hacer llegar sus innumerables éxitos a esos jóvenes que ya son también sus nuevos incondicionales, a través de su disco ‘Amor & Desamor’, en los que recupera para ellos grandes temas, porque sigue teniendo su voz a punto y porque él también es uno de esos jóvenes.

Matrimonios con canas cogidos de la cintura, pandillas de ‘cuarentañeras’ saltando de sus asientos para bailar, niñas y adolescentes con sus padres, gente ‘bien’ y gente ‘de barrio’. Todos eran uno, sin distinciones. Y todos, por una vez, coincidían en su forma de pensar. Todo un logro, un mérito del de Linares.

El Mundo (Ana García Romero / Foto: E. Lobato)

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Raphael sigue siendo aquel

Éxito absoluto del jiennense en el Auditorio de Fibes, en la que es la primera de las tres actuaciones que ofrecerá en Sevilla.

Luces apagadas en el auditorio de Fibes al que no se le intuyen siquiera butacas vacías, la música nace propiciada por una banda que acompaña a la más absoluta oscuridad, cuando súbitamente aparecen destellos cegadores que anuncian la llegada al escenario del artista absoluto, Raphael.

Sonrisa embaucadora, elegante clava su mirada en el infinito, y elude los aplausos que tres generaciones le regalan entusiasmados, mientras entona los primeros versos de la magnífica Si ha de ser así.

Un torbellino de emociones al interpretar sus canciones, histrionismo puro que consigue empatizar a la perfección con los que le presencian. Muchos son los trajes que puede vestir; el del romántico, el del alegre, el del desdichado… Pero siempre sin desprenderse del que le hace estrella irradiadora de sentimiento. A veces se ayuda de sus manos (moviéndolas violentamente en forma de reprimenda o acariciándose cómo si la piel de su anhelada amante se tratase), otras de sus expresiones faciales (irónico sonríe para mostrar incomprensión, o ensimismado e introvertido susurra secretos a los allí presentes), y si esto no es suficiente, encuentra motivos en el mobiliario para sustentar su alegato (simulando una cena de pareja con mesa y vino incluidas, sirviéndose de un atril o desplazándose por unas escaleras).

Y dicha manera tan soberbia de actuar viene acompañada por La voz. Esa que sin quererlo ha decorado los recuerdos de nuestra infancia, y que para muchos también ha dado color a momentos transcendentales de juventud y madurez. Su forma de alargar las sílabas finales con un juguetón vibrato, la pronunciación de la ‘s’ tan particular, el torrente y vitalidad que desprende… Pura magia.

Los asistentes entregados con cada una de las canciones aplauden al comienzo, final e incluso durante las mismas. No son pocos los piropos y halagos que con gracia andaluza se escuchan y que provocan sonrisas cómplices en el destinatario. Interacción total con un público variopinto, que evidencia que el artista vive una segunda juventud, y que ha sido capaz de acceder a un target más juvenil. Aunque éstos no igualen en vitalidad a los supuestos sexagenarios, dicho sea de paso.

Un espectáculo que roza las tres horas de duración y donde se suceden una treintena de canciones, conformando un repaso a la vasta lista de éxitos que el cantante posee. Los himnos Hablemos del amor. Digan lo que digan, mi gran noche… Acompañan a las canciones que ha decidido revisionar en su último disco editado De amor & desamor, cuyo título hace referencia al tema común de las seleccionadas, y a las que le sienta genial su nuevo aspecto, ya que sus anteriores arreglos estaban algo desfasados en el tiempo.

Un éxito absoluto el cosechado en la primera de las tres noches consecutivas que el cantante desarrollará en el auditorio de Fibes de Sevilla .Impecable la actuación que la mayor leyenda viva de la música de nuestro país, agotador absoluto de elogios, nos regala próximo ya a su 55 aniversario encima de los escenarios. Y que tengamos el privilegio de disfrutar de su arte por muchos años más.

El Correo (Álvaro Parra)