Raphael en el Auditorio Nacional, ¡Qué gran recital!

El Auditorio Nacional, ese coloso que siempre luce hermoso, bello, esta vez estuvo más vivo que nunca porque en sus entrañas hubo mucha pasión. La combinación Raphael, Manuel Alejandro y piano, fueron los ingredientes ¡maestros! para una noche plena de amor, inolvidables canciones, emociones desbordadas y corazones agitados.

20:30 horas. Aparece en el colorido escenario un Raphael tan delgado como extraordinario, para ofrecer un recital de alarido, de muchos alaridos.

«Un placer estar de nuevo en casa, en México. Esta actuación está dedicada al compositor Manuel Alejandro con el que vuelvo a trabajar después de 28 años y que es el fetiche mío», anunció.

El piano sonó y el cantante empezó a ser, y hacer, como solo él sabe ser y como solo él puede hacer… Digan lo que Digan, Yo Sigo Siendo Aquel y Mi Gran Noche fueron suficientes para comprobar su ¡genio y figura!

Los tempraneros aplausos y los gritos de ¡eres un rey!, ¡te amo Raphael! interrumpían una y otra vez las sublimes interpretaciones del artista, que embelesado en su propio arte, continuaba elevándose como un gigante. Y vino el hermoso tema Cupido -con tus flechas me has herido-. Las enormes pantallas mostraban el rostro «afligido» de Raphael con todo su dramatismo interpretativo. Los aplausos eran ya, ensordecedores.

«Recordemos mis inicios, cuando tenía yo 15 años, porque alguna vez tuve esa edad», comentó a modo de broma, seguro de que su público necesitaba un respiro, un relax antes de volver a gozar y ¡sufrir! con sus «canciones serias».

Ella ya me Olvidó, La Noche, Inmensidad, Balada Triste y Tú Volverás. ¡Wow! El majo realizaba sus famosos y espectaculares pasitos y giros, sus dramáticas salidas del escenario, sus triunfales regresos. Los ¡bravos! eran ya de «cajón».

Pero eso apenas empezaba. Raphael ya era Raphael, ya se encontraba en «su mundo», en su gloria y alardeaba cantando ¡sin micrófono! La gente en éxtasis le gritaba ¡qué grande eres, «Rafa»!

«Soy afortunado -contestó-, po que poseo las joyas de la corona y ¡tengo tantas!». Y se refería a esos temas que iban a «causar estragos» en el alma, en el corazón, en los recuerdos del público, enchinándoles la piel hasta dejarla ¡vieja!

Cuando tú no Estás, Como yo te amo, Estuve Enamorado, Hablemos del Amor, con esta dosis de romance y emoción, ¡ya era suficiente! Pero no, había más, mucho más, ¡uff!… La gente ya estaba de pie.

Desde Aquel Día (que para él es la joya más bella), Eso que Llaman Amor, ¡uyuyuy! Un día más, Pobre Payaso, Somos, Adoro, Maravilloso Corazón -«mi compañero en los momentos de la vida»-, sus estrenos Cuando Estamos Enfadados y Mi Verdad, provocaron que el Auditorio y los que estaban dentro se derritieran, se entregaran al Divo de Linares…

¡Raphael era Raphael!

Si estando ahí casi solito, sin orquesta, sin los violines que lloran junto a él, sin los metales que obligan el suspiro, sin el acompañamiento de coros; si sólo se «cobijó» con la excelencia del piano y «mató» a su público, es porque es Raphael; el grande, el enorme, el de la sonrisa franca, el del emotivo canto, el de la cara de niño pillete y el creador de emociones incontrolables, porque su público rió, disfrutó, gozó y ¡lloró!, vaya que lloró cuando él cantando les dijo que «tengo el corazón en carne viva, estoy desconcertado, no sé dar ni un paso». ¡Qué bárbaro! Con esa canción, En Carne Viva, taladró hasta la médula. ¡Qué grande eres Raphael!

El Auditorio lleno no quería que su artista, «su» Raphael se fuera. Gloria Trevi entre la gente lo ovacionaba. Porque eran muchas las generaciones que lo vitoreaban y lo gozaban. Jóvenes, hombres maduros, elegantes abuelitas y chicas guapas le «suplicaban» ¡no te vayas!… Brilló el gusto «mazoquista» de ese público que lleva más de cincuenta años amando, sintiendo, adorando y sufriendo con él. Y el cantante lo sabe porque fueron más de dos horas de arte genuino y espectacular, de una correspondida entrega entre el que ofrecía y el que recibía, la entrega de los amigos que se conocen desde hace tanto tiempo: Raphael y su público, el señorío de un cantante y la idolatria de su gente.

¡Señorón!

-El Occidental

——————————

CELEBRA REENCUENTRO CON MÉXICO

Raphael ofreció un concierto cargado de energía, en el cual interpretó sus grandes clásicos ante un público entregado en el Auditorio Nacional.

Mientras haya fuerza cantaré”, rezaba parte de la estrofa de “A veces me pregunto”, tema con el que, a capela, inició Raphael su concierto en el Auditorio Nacional, el cual marcó su regreso a la Ciudad de México, la que lo recibió con calidez y respeto ante la muestra de talento que ofreció durante más de dos horas de emotivo concierto.

Con una sonrisa, El Divo de Linares se robó los aplausos que se mezclaban con sus cantos en los que declaraba “ser el mismo”, el grande que acompañado de un piano temperamental guió con sus gestos a su gran coro de casi 10 mil personas, quienes fueron testigos del talento del cantante de 68 años.

“Es un verdadero placer estar de vuelta en casa, en México”, dijo el intérprete al saludar a su público, con quien compartió que el concierto del viernes por la noche sería uno “muy dedicado a Manuel Alejandro”, compositor con el que ha trabajado a lo largo de su carrera y con quien se reencontró para un nuevo disco.

(…)

Los claveles cayeron a sus pies, cuando a penas se disfruta la mitad del gran repertorio que el cantante ofreció con entrega, incluso en temas que hicieron grandes a otros artistas como “Adoro”, “Somos” y “Payaso”, este último, recordando su juventud con un emotivo video en el que interpreta el tema con tristeza.

Mostrando la diversidad que posee su voz, Raphael hizo viajar al público hasta Argentina, de donde se robó tres tangos que inició cantando con un nuevo sombrero y un saco a rayas, con los que se movió en el escenario al cantar “Nostalgias”, “Baladas de un loco” y “Volver”, que nuevamente arrancó aplausos entre la multitud.

Con toda la energía dispuesta y su voz en perfecta condición, El Divo de Linares, continuó su repertorio y que no podía dejar de lado los grandes éxitos que cerraron la noche, entre ellos “Eso que llaman amor”, “Ámame”, “Yo soy aquel” y “Como yo te amo”, con el que se despidió entre una multitud alborotada que celebró su concierto y su gran talento, con una emotiva ovación.

-Milenio

——————————

OFRECE RAPHAEL UNA VELADA LLENA DE RECUERDOS ANTE PÚBLICO MEXICANO

Una velada llena de nostalgia ofreció el cantante Raphael, durante su presentación en el Auditorio Nacional, misma que dedicó al compositor Manuel Alejandro y a Carlos Gardel.

Puntual a su cita, «El Divo de Linares» hizo su aparición en el escenario del Coloso de Reforma, donde fue recibido con fuertes ovaciones, que se prolongaron durante sus primeras interpretaciones, que daban cuenta de que el público lo esperaba.

En esta ocasión, Raphael decidió dejar fuera las vistosas escenografías y orquesta, para recargar todo el peso del espectáculo en su voz, que durante más de dos horas dejó claro que el tiempo no pasa por él.

Unas escalinatas dobles, tenues luces en color morado y azul, así como un piano, fueron suficientes para la velada, que dejó a su público con ganas de escuchar más de los éxitos del cantante español.

-www.radioformula.com.mx

FOTOGRAFÍA: CHINO LEMUS