Valladolid: Raphael saca brillo a su leyenda con un concierto a piano

Hace muchos años, aunque no más de lo que a veces se piensa, Raphael convenció a gran parte del globo de que su legado sería atemporal. Y eso es algo harto difícil cuando se trata de un artista de carrera longeva que, por tanto, ha tenido que sortear sus canciones de no pocas tendencias de moda. Claro que los colaboradores que ha tenido en el camino (Waldo de los Ríos, Manuel Alejandro…) bastante tienen que ver con un logro tan complejo de conseguir.

Anoche en el Calderón esta atemporalidad de las canciones de Raphael se hizo más latente que en otras ocasiones por un motivo no solo de esencia, sino de formato: piano y voz. La prueba rotunda del algodón sobre la que anoche Raphael se paseó como si se llamara Pedro y como si estuviera en su casa. Profesionalidad absoluta al respecto por parte de Raphael: sonrisa de oreja a oreja, contoneo de cadera, dos bises y 120 minutos de concierto. En carne viva la garganta tanto como el corazón. Eso es darlo todo a estas alturas de la ‘no necesidad’ con un derroche de pulmón y un soberbio brazo al aire.

A lo largo de esas dos horas de concierto, hubo tiempo para mucho a pesar de que volase. Comenzó con ‘A veces me pregunto’, para continuar sorprendentemente con temas que se esperan más para finales que para principios: ‘Mi gran noche’ y ‘Yo sigo siendo aquel’. Superadas las cuestiones de adaptación a la ausencia de instrumentos más rítmicos que melódicos, el público se entregó a la causa con progresiva militancia ‘raphaelista’.

Camisa negra

‘Digan lo que digan’ tuvo su parte simbólica con un Raphael desprovisto de americana, enfundado en esa mítica camisa negra que ya debería estar expuesta en el Hard-Rock Café.

Tras estos primeros cohetes, el de Linares hizo un repaso por las canciones más primerizas «y blancas» que compuso para él Manuel Alejandro. Por cierto, que dos de sus hijos se llaman Manuel y Alejandra. Llegó así ‘Cupido’ y ‘Todas las chicas me gustan’. Twist, señores.

«Aquí van las joyas de la corona», confesó Raphael a la llegada de ‘Hablemos del amor’ y ese ‘Estuve enamorado’ al que el pianista añadió el riff de ‘Day tripper’ de Beatles en la coda final. De los temas del disco que sale este próximo martes, ‘El reencuentro’, Raphael seleccionó ‘Enfadados’.

No pudieron faltar los momentos escénicos. Con una radio de los años 30 sobre el escenario se marcó ‘Volver’, haciendo dueto con la voz disparada del mismísimo Carlos Gardel. La fuerza dramática y escénica de ‘Un día más’ y ‘En carne viva’ elevaron la sensibilidad de artista y público. ‘Payaso’ siguió esa línea con un Raphael cantándose a su propia imagen proyectada en retrospectiva. ‘Escándalo’ fue una fiesta colectiva pese a, repito, la ausencia de más banda que la del piano. El telón se fue cerrando con el desbocado ‘Que sabe nadie’, simbolizando una noche que destacó precisamente por la fuerza y la superación. Más que nunca.
-www.elnortedecastilla.es